El complicado divorcio de un psicópata

 

Una vez me dijo una madre que estaba en medio del proceso de solicitud de custodia: «no sabes lo perdida que me he encontrado hasta ahora, creo que he perdido mucho tiempo y dinero dando palos de ciego. Nadie te indica el camino, nadie te explica cómo funcionan los procesos judiciales ni las posibilidades que hay. Alguien debería escribir una guía sobre ello, porque por mucho que he buscado no he encontrado nada. Esta sensación es compartida por todas las personas que inician procesos de divorcio y custodia con una pareja psicópata y es que demostrar lo que se ha vivido con un perfil así no es nada fácil, de ahí el título: El complicado divorcio de un psicópata.

Las dificultades que surgen durante el proceso:

  • Todavía no se tiene consciencia de lo vivido.

Cuando se llega o se inicia proceso judicial por divorcio y custodia de hijos menores, generalmente, la pareja de la persona con psicopatía está agotada, deshecha, y sin consciencia de todo lo que ha vivido y de las consecuencias que esto va a generar en su vida y en la de los menores, no solo a corto plazo sino también a largo. A menudo creen que cuando se corta la relación con el o la psicópata se acabará el malestar. Desgraciadamente no es así cuando hay hijos en la ruptura, y es que éstos representan, para el perfil psicópata, un lazo, una vía por la que seguir accediendo a la pareja. Primero con la intención de que no se produzca la ruptura, pero después como enemigo/a total. Y esta última parte es de la que no se suele tener consciencia.

 

  • No es consciente de la motivaciones reales por las que debe asumir la custodia de los hijos.

Cuando el progenitor que no tiene esta patología se plantea una custodia compartida, suele ser bajo las creencias de «no quiero perjudicarle», «no quiero que mis hijos se vean afectados», «es lo justo», » quiero evitar sufrimiento a mis hijos», «ha sido mala pareja pero es buen padre o buena madre», «con los niños se porta bien»… o, peor aún: “no puedo hacerle esto”. Raro es que en el momento de la toma de decisión del divorcio o regulación del régimen de custodia se reconozca la parte de miedo que tienen a la reacción de la que va a ser su expareja si no acceden, en la mayoría de casos, a la custodia compartida. En casi ningún caso se es consciente de ello. A veces se tarda demasiado en ver la incapacidad como progenitor del que ha sido durante demasiado tiempo la persona que se ha amado. Se dan cuenta sólo cuando los problemas en los menores y en la relación con la expareja han comenzado y toman velocidad de crucero en su escalada.

Hay que tomar consciencia de que lo que se ha vivido durante la relación y te ha llevado a la decisión de romper la relación es su personalidad, su forma de actuar y de entender las relaciones. Pensar que esta forma de relacionarse cambia con los niños es ingenuo/negligente, y más si tomamos en cuenta que los niños son (por momento evolutivo) mucho más vulnerables a las manipulaciones. A pesar de que en algunos casos el grado de madurez del menor es elevado y se dan cuenta de muchas cosas de las que suceden, no tienen recursos para afrontarlas. Los hijos siempre están en una posición de desventaja ante los progenitores y los/las psicópatas aprovechan esta condición sin miramientos. Es por ello que el adulto, que tiene consciencia de hasta dónde puede llegar el comportamiento de su pareja o expareja, es el que puede proteger a los menores de tales acciones. De hecho, será su responsabilidad consciente tras la ruptura con mayor motivo de como ya lo ha sido de un modo inconsciente durante la relación, pues ya no va a estar presente para canalizar las reacciones de su ex en las estancias de los hijos.

 

  • Tampoco tienen consciencia de la motivación real que hay detrás de la petición del psicópata a cerca de la custodia.

La mayoría cree que es su derecho, o que, incluso, el psicópata es buen padre o madre y quiere y tiene derecho a querer estar con sus hijos, cuando en realidad, casi siempre, se trata de motivaciones que nada tienen que ver con el bienestar de los hijos, sino más bien con seguir teniendo un acceso y control continuo de la ya expareja. No sólo por la no superación de la ruptura amorosa, sino por la no superación del rechazo que representa para los psicópatas la ruptura de la pareja.

En muchos casos, cuando se evidencia la motivación encubierta de su petición de la custodia ya es tarde  y resulta muy costoso revertir los efectos pidiendo una modificación de medidas, incluso cuando ya han empezado los problemas en los menores. Cambiar una custodia en España no es fácil, tiene que demostrarse que hay cambios sustanciales, y la afección psicológica exige un esfuerzo de prueba mayor para poder ser admitida como cambio sustancial. A modo de ejemplo, una sintomatología ansiosa es entendida como resultado de multitud de causas y no necesariamente por el hecho de que se vaya con el otro progenitor. De ahí la importancia de que los síntomas de los menores sean monitorizados para poder acreditar cuándo se dan y cuándo no y cómo y cuándo revierten.

Peor aún, en los casos de bebés: Se están dado custodias compartidas y pernoctas a menores de menos de dos años, y ellos todavía no saben contar lo que les pasa, tampoco lo que viven y lo expresan con alteraciones en su comportamiento. Esto es difícil de demostrar a personas que no conocen del tema y que no ven la relación que, siendo causal, la entienden como percepción subjetiva de una parte. Tan complicado es ahondar en este tema en los juzgados, que no son pocos los casos (sobre todo en bebés) en los que o la gravedad de la situación expuesta es máxima y la petición de custodia se vuelve contra el solicitante, y en estos casos en concreto, yo sólo conozco mujeres que lideran la petición. Hay que anticipar la barrera de maltrato para que la protección al menor sea verdaderamente integral. La infancia es la etapa en la los cimientos del ser humano se forman, y lo que en esta etapa suceda

Madres que ven a sus bebés dándose golpes en la cabeza, que se dicen a ellos mismos «¡MALO!», que pegan y se pegan, que duermen muchísimas más horas de las habituales cuando regresan de casa del otro progenitor, que de repente vuelven a una etapa anterior desapareciendo todo el aprendizaje que habían conseguido, que mes tras mes no se quieren ir con el otro progenitor y tienen que hacer de tripas corazón y arrancárselo de los brazos para dárselo a quien no les puede dar lo que necesitan, bebés que llegan y se cogen a la teta y están durante horas, porque lo que necesitan no es comer sino confort y seguridad.

Y me pregunto ¿Quién es el que ha pensado y determinado que la necesidad o derecho del adulto está por encima del bienestar del niño? La Ley no lo prevé así pero muchas peticiones en el Juzgado parten de ahí. ¿Quién ha determinado que un niño de menos de dos años va a saber romper el vínculo de apego con la madre para generar uno del que no hay constancia por ningún lado en los estudios sobre el apego?. Una vez escuché decir a una psiquiatra experta en trauma: bueno, no podemos decir nada de que crear el vínculo de apego con el padre sea negativo porque no hay estudios sobre ello, pero me parece imprudente romper con lo que sí sabemos seguro que existe (que el vínculo de apego del bebé y hasta los 24-30 meses se crea con la madre y a partir de los 24-30 meses empieza a aprender y a aprender a gestionar la no presencia de la madre, J. Bowlby en su Teoría del apego). Las decisiones que afectan a los menores no es el lugar en el que improvisar un estudio de campo y los Jueces también desean y deben poder disponer de la seguridad de estar decidiendo en el sentido de preservar el efectivo interés del menor. Desconozco la existencia de estudios que analicen los errores de custodia previos a cuando acontecen desgracias con menores y, cuando digo errores, incluyo los que se dan en los procedimientos contenciosos pero también lo de común acuerdo. Y no, no es cuestión de feminismo, sino de necesidad del menor y de datos científicos que lo indican. Mínimo hasta los tres años, el niño no tiene capacidad de gestionar sin ansiedad la desaparición de la madre y menos por espacios prolongados de tiempo.

 

  • En el momento de la separación siguen proyectando positivamente las creencias y valores que ellas/ellos tienen en la expareja.

No son pocas las personas que cuando tienen un primer contacto acuden con el «si es buen padre o buena madre». Con este perfil… lo dudo. Una cosa es lo que has visto y has vivido tú mientras estabas presente, mientras tú mediabas, o consolabas, o minimizabas las acciones con tus hijos o hijas, y en la mayoría de casos facilitabas la relación del otro progenitor con tus y sus hijos, pero otra muy diferente es cuando no estás presente. No te olvides que para las personas con psicopatía el gris no existe, y perder no está en su vocabulario. Así que sigilosamente (en mayor o menor medida) hará lo que sea para ganar (caiga quien caiga) y con ganar quiero decir ganar a la expareja, dejarla lo más perjudicada posible y los niños son una de sus dianas o instrumentos para conseguirlo, ya que tienen clarísimo que a la expareja le importan y mucho.

Sé consciente de lo que has visto y vivido, tu ex no piensa como tú: «al ser su progenitor/a no querrá nada malo para sus propios hijos», «no hará lo que sus padres le hicieron»… Lo que has vivido en tu relación es la forma como entiende las relaciones y las reproducirá en todas las relaciones que conlleven vínculo afectivo, con sus propias creencias, no con las que tú crees que tiene todo el mundo con relación a sus hijos. Para ello, fíjate en cómo se relaciona con su familia de origen, seguramente es lo que reproduzca y, sobre todo, no te dejes llevar por sus palabras que ya sabemos que el lenguaje de la persuasión lo dominan a la perfección. Al menos les funciona hasta que se les observa detenidamente. Momento en el que aflora un patrón de conducta que finge la funcionalidad que no tiene porque… sencillamente no la puede tener.

 

  • No hay consciencia del duro camino que va a comenzar.

Primero por el propio proceso judicial, que como cualquier proceso judicial, no es agradable ni fácil aunque parezca que lo tienes todo a favor, y menos con el perfil que tienes de contrincante.

El primer paso que se da es intentar llegar a un mutuo acuerdo: «misión imposible», además de que lo alargan todo lo que pueden y más para tenerte en un sus redes otra vez (como sabemos, lo que les da mucho placer es tener el poder, saber que te tienen sufriendo, sentir la satisfacción de tener el control absoluto de la situación). Muy pocos son los casos en los que se llega a acuerdo, y siempre son por interés absoluto del/la psicópata, es decir, lo que van a ganar con acuerdo es mayor de lo que van a pleitear (no siempre es económico, sino seguir teniendo la atención y cuidados de la expareja, es decir, seguir sintiéndose queridos por la expareja). Pero esto es solo el principio, después llega el propio proceso, en el que ya te adelanto que no juegan limpio: acusaciones falsas, múltiples mensajes de desaprobación, crítica constante, comunicación conflictiva, no adaptarse a rutinas, peticiones o particularidades del menor, conflictos por nada para llevarte a extremos y poder  aparentar tu desequilibrio mientras esconden el suyo, provocaciones, uso de los menores como mensajeros, manipulación de los menores dándoles mensajes negativos sobre el otro progenitor, su familia, su comportamiento… para ganarse a los menores. Y todo esto es muy complicado de guardar como prueba antes de que llegue la fecha de juicio. Su desequilibrio puede llegar a desestabilizarte a ti igual que les pasará a tus hijos en sus estancias pero hay que detectar y aprender su patrón de comportamiento para gestionarte a ti mimo y ayudar a tus hijos.

 

  • Las dificultades propias del sistema de justicia actual:

Respecto al proceso de custodia

  • Los psicópatas no suelen llegar a un acuerdo, sólo en el caso de que ellos salgan muy beneficiados. Les gusta la guerra, se manejan bien en ambiente de tensión y les encanta ver sufrir a su víctima. Y no van a  desperdiciar la oportunidad de alargar este paso y pedir sus caprichos. Mientras, les da tiempo a ir llevando a cabo la campaña de desprestigio y tu desestabilización y agotamiento. Se encuentran tan cómodos en la tensión y es tan real su capacidad de incrementarla que suelen llevarla al punto más alto justo antes de forzar una negociación. Las más de las veces elimina al otro progenitor de la batalla por saturación absoluta. Si resiste, sólo llegan a este punto si la pareja resiste porque es consciente del perfil de su expareja. Y cuando llegue el momento de negociar, suelen preferir a las puertas de la sala juicio, y con prisas, se sentará a disfrutar viendo como su expareja, presa del miedo, cede en todo por mantener la custodia.
  • Suelen pedir la custodia para el sometimiento de la otra parte. Tener hijos representa relación de por vida con multitud de ocasiones para poder tener el control de la expareja. Generalmente, los psicópatas tienen escaso o nulo interés en los hijos y en su bienestar, sólo en la imagen que sus hijos van a dar de él o ella como progenitor-a, pero realmente las decisiones que toman con respecto al régimen custodio de los hijos son egoístas, es decir, para su beneficio únicamente:

Por ej. Un padre que jugaba al baloncesto y lleva a su hijo a jugar al baloncesto (dando la imagen perfecta e incluso aleccionando a su hijo con su experiencia) pero cuando el hijo empieza a despuntar y superarlo, comienza una campaña de desprestigio hacia su propio hijo para impedir su avance en su carrera deportiva, incluso llegando a coartar que jugara con la selección, ni que decir tiene el machaque psicológico lanzado contra el hijo para desestabilizarlo y que no jugara bien. Todo el daño que se les hace a los hijos suele ser por egoísmo y dirigido a provocar dolor en el otro progenitor que sí quiere el bienestar de sus hijos, lo que se llama violencia vicaria.

  • Hay muy pocos letrados que verdaderamente conozcan este perfil y eso puede influir negativamente en el enfoque que se da al caso. Todavía existen creencias bastante extendidas en el ámbito jurídico, que no favorecen al desarrollo emocional y psicológico sano de los menores y que sin duda alguna perjudican a corto, medio y largo plazo a su desarrollo: Como que los niños se adaptan a todo, o como que a base de estar con los niños, de repente, va a aprender a tener capacidades que no tiene, o que por la fuerza va a querer usarlas. Por desgracia, todavía hoy es habitual escuchar afirmaciones del tipo: “a nosotros no educaron con así (con golpes) y no hemos salido tan mal”.

Ej: Creo que todo el mundo tiene más o menos claro que es más beneficioso para un niño pequeño una alimentación sana en la que se incluya todo tipo de nutrientes, que en muchos casos cuesta que los niños se coman. Pero es más cómodo y fácil comprar, convencer a los niños o no perder tiempo ni energía en darles lo que se comen fácilmente como es comida rápida, comida basura… Una vez no pasa nada (en ninguna de las casas de ambos progenitores), pero tomarlo como hábito sólo por comodidad es muy egoísta y perjudica a la larga a los menores. Pero, además, conlleva la dificultad de la implementación de hábitos sanos en el otro hogar puesto que el menor reclama lo que más le gusta y rechaza lo que menos le gusta, (con lo cual no solo representa un mal hábito sino un problema que se añade en el hogar del otro progenitor). Si esto sucede solo en la alimentación, bueno, es un problema más o menos grave, pero puede ser pasable. Lo malo es que cuando realmente no se quieren implicar y no quieren usar las competencias parentales, este tipo de comportamiento se generaliza: dejan de poner límites, no usan rutinas horarias, y suelen dejar hacer lo que el otro progenitor no deja, además criticándole en compañía de los menores, para ganarse su preferencia como progenitor. Pero lo que no se ha priorizado por ningún lado es el bienestar del menor. 

  • Lo malo no termina con la sentencia de régimen custodio. A partir de ese momento, si no se ha conseguido la custodia exclusiva la victimización para la víctima del psicópata es doble, pues les lleva a sentir que nadie les entiende, que no se ha defendido a sus hijos, que no les va a poder proteger del sufrimiento que representa la convivencia con un-a psicópata…, la frustración aumenta y la sintomatología empeora. ¡Y no es para menos! La lucha por el bienestar de los hijos no acaba con la sentencia de custodia, y consciente o inconscientemente, saben que tendrán que afrontar un nuevo proceso judicial en un futuro no muy lejano por la insostenibilidad de una custodia inadecuada.
  • No es de obviar la gran dificultad que supone a nivel jurídico una custodia exclusiva paterna. Sí es cierto, hay casos que el menor tiempo posible con la madre es lo más beneficioso para los menores, siempre después de los 3 años. Muy pocos padres la solicitan, pues son conscientes del rechazo que esto produce y de las pocas veces que tiene éxito, pero hay casos. La verdad es que no me extraña su reticencia, pero cuando se ha visto claro el perfil de la pareja y los efectos que tiene en un adulto (tú) se debe luchar por los que son tu responsabilidad. El miedo al fracaso y el miedo a la equivocación juega fuerte en estos casos y es que socialmente aún creemos que una madre siempre quiere a sus hijos por encima de todo, pero tristemente no es así siempre y a veces no es que no quiera quererlos. No puede hacerlo de un modo que no les perjudique a corto y largo plazo.

 

Respecto a la prueba psicosocial

  1. La psicopatía es difícil de detectar a través de los instrumentos psicométricos (test, cuestionarios e inventarios): primero, porque son maestros/as de la apariencia, del lenguaje y de la persuasión y su propia designación así lo indica, psicópatas integrados: llevan toda su vida intentando ocultar su verdadero yo y las cualidades que no son aceptadas socialmente. Se han relacionado con personas empáticas con voluntad de aprender cómo funcionan y poder manipularlas más y mejor, pero también para usarlas como tapadera, lo que nos lleva a la segunda cuestión: el tiempo que dura un peritaje. En una situación de evaluación en la que se emplean, en el mejor de los casos, 2-3 sesiones en días diferentes, supone un contexto en el que mentir y fingir no les representa una dificultad. Es una situación en la que saben sacar todo su encanto y explotarlo al máximo.
  2. En los procedimientos de oficio no se dispone o no se suelen utilizar instrumentos de medida que ahonden en características de personalidad. Pero tampoco se da mucho valor a la patología de personalidad si las puntuaciones no son muy significativamente elevadas.
  3. No se suelen aportar pruebas, o son muy pocas o de muy poco valor, o directamente no se tienen en cuenta, que acrediten las versiones, por lo que en principio las dos versiones son válidas y generalmente contradictorias. En el peor de los casos, es el o la psicópata quien, ante la amenaza de separación, va recogiendo pruebas que dejan a la luz la desestabilización de la pareja. Son aparentes pruebas que han preparado y seleccionado con antelación y que son muy favorecedoras para la versión que van a acomodar a su interés. Aun siguiendo la pericia del profesional a cargo de la evaluación pericial, si los resultados psicométricos no son coherentes con la versión del profesional, es muy complicada su defensa…. No imposible, pero complicada y en ocasiones problemática.
  4. Muy malos resultados en una de las partes tienen que aparecer para recomendar una custodia exclusiva. Es cierto que en las entrevistas se pueden apreciar incongruencias con los resultados objetivos de las pruebas psicométricas y se deben tener en cuenta, así como los antecedentes y las pruebas que puedan aportar de situaciones relevantes que han sucedido y difícilmente se podrían dar en la situación de evaluación (partes médicos, grabaciones y sobretodo continuidad y frecuencia de los sucesos). Con frecuencia, se desconoce la importancia de recabar documental que recoja tales conductas reveladoras de su disfuncionalidad. La mayoría de las veces lucha por sobrellevar las consecuencias que en su día a día la misma va generando. Eso ya es suficientemente agotador.
  5. En no pocos casos, los resultados en las pruebas son peores en el caso del progenitor que no es psicópata, aspecto que el abogado contrario no duda en utilizar a su favor. E incluso puede darse  que el propio letrado de la víctima, ante la desinformación acerca de la interpretación de dichos resultados y por temor a que puedan jugar en su contra, intente convencer al propio cliente para conseguir un acuerdo antes de llegar a vista oral. No es que el progenitor no psicópata tenga una enfermedad mental o trastorno psicológico, sino que las experiencias que ha vivido son lo suficientemente fuertes para haber hecho mella en su estado emocional y tener secuelas. Creo que todos y todas en nuestras vidas hemos pasado por épocas buenas, malas, síntomas o cuadros de ansiedad y/o depresión en los que incluso se ha llegado a necesitar medicación o incluso bajas médicas, pero eso no te invalida para seguir con tu vida, incluido el rol de progenitor. El tiempo también es un aspecto importante, ya que no es lo mismo un periodo de recuperación con su sintomatología, que exista un patrón comportamental cronificado… y podría nombrar muchas más particularidades, pero para eso ya están los estudios reglados de psicología y psicología jurídica.
  6. En la actualidad se le otorga máxima credibilidad a los peritos del IML (Instituto de Medicina Legal) dejando de lado pruebas de otros profesionales a pesar de que tengan mayor rigor. Entrar en este tema me es doloroso, puesto que me afecta en mi práctica. Si bien es cierto que hay buenísimos profesionales en los IMLs, a mi entender se les debería exigir una formación específica para poder prestar servicios en el ámbito jurídico del mismo modo que se exigen para estar en el LOPF (Listado Oficial de Psicólogos Forenses). Inexplicablemente, para poder acceder a un puesto en el IML se debe superar una oposición en la que no se requiere formación jurídica como la que se exige para estar en el LOPF, como son un mínimo de 300h en formación en psicología forense, entre otras. El resultado, por lo tanto, es que nos encontramos con psicólogos haciendo valoraciones sobre patologías o trastornos que desconocen, lo que a fin de cuentas acaba por incidir negativamente en la necesaria protección del menor. Éste siempre es el máximo perjudicado por la decisión de una custodia inadecuada por falta de especialización técnica de quienes con su leal saber y entender ilustran al Juez.
  7. No existe un protocolo de actuación vigente, sólo una guía de buenas prácticas, que se basan más en un “buen hacer” que en una guía de toma de decisiones. En psicología, hacer un protocolo es complicado porque no hay dos casos iguales, pero es necesario una unificación de criterios mínimos que se deberían cumplir. Por ejemplo, ¿es adecuado dar una custodia compartida a un progenitor que no cumple con sus obligaciones económicas con su descendencia? Entramos en la polémica de si entra dentro de la valoración psicológica o no. Bien, pues desde mi entender, sí es importante en una valoración psicológica y forma parte de la capacidad parental para asumir sus responsabilidades u obligaciones como progenitor al margen de la ruptura de la relación de pareja. En el impago de pensiones puede existir falta de capacidad económica, que es algo distinto, pero cuando existe directa voluntad de perjudicar al custodio, se está jugando con las necesidades de los menores para perjudicar al otro que puede reaccionar de muy diversas maneras pero todas le van a implicar esfuerzo, tiempo y dinero.
  8. La ley del menor, se supone que protege al menor o la infancia, y aunque me parece un adelanto necesario, sigue siendo insuficiente. Igual que no permite dejar solos a los niños menores de 12 años por los posibles riesgos a los que podría quedar expuesto por la falta de suficiente capacidad en la toma de decisiones a esa edad, también debería tener en cuenta los riesgos que un estilo educativo negativo detrás de una personalidad va a provocar a futuro, porque este coste no va a ser solo a nivel personal para la víctima sino a nivel social, porque no va a ser una persona sana.

En este punto veo necesario hacer énfasis a una cuestión que entiendo es responsabilidad de todos los operadores jurídicos que juegan algún papel en el proceso de definir el régimen de estancias de los niños con sus progenitores dentro del marco de un proceso judicial. La necesidad de formarse en la existencia de este tipo de perfiles en los progenitores, que por desgracia no es residual, es hoy una realidad, precisamente por los efectos perjudiciales que producen en el menor a corto y largo plazo. Informarse y formarse en esta realidad social es hoy ineludible y exigible a todos ellos, precisamente para que la protección a la infancia y al menor sea realmente efectiva y no quede en papel mojado o en una simple declaración de intenciones. El contenido de la ley actual de protección al menor podría ser suficiente para hacer frente a esta “pandemia” si se aplicara correctamente, se exprimieran todas las posibilidades y mecanismos que contempla y se trasladara a la práctica los estándares que en ella se definen conceptualmente.

 

Respecto a la legislación

  • La justicia no es preventiva, por lo que si no hay evidencias claras de maltrato- abuso en los menores no se puede actuar.

Es lamentable que situaciones de riesgo objetivo para los menores pasen desapercibidas por ignorancia de quien las tiene delante (progenitores incluidos). El abuso al que se ven sometidos los hijos de progenitores psicópatas no es tan visible a los ojos de quienes no conocen su día a día pero la sintomatología que sí exhiben hay que ser capaz de detectarla porque contextualizada es un elemento de valoración objetivo. Pocas veces se priva de la patria potestad a uno de los progenitores. En los casos de abuso en los que llega a privarse de ella, la privación tiene fecha de caducidad.

Es decir, la retirada se hace por un tiempo limitado. Os enlazo a un ejemplo: Enfermera condenada a tres años de prisión por drogar a su hija de los 18 meses hasta los 4 años, de lo que, además culpaba al padre con la intención de privarlo de relacionarse con la menor; tres años y 10 meses de prisión y dos años de privación de la patria potestad. ¿Dos años es el tiempo que necesita una persona para conseguir controlar su instinto o pulsión? Lo dudo.

  • Respecto a los trastornos mentales, enfermedades mentales y custodia.

Se trata de un proceso totalmente distinto al de una custodia, pero ¿puede ser un buen progenitor a pesar de no tener una plena capacidad mental?, o peor aún ¿y teniéndola? ¿Puede ser un buen progenitor una persona paranoide? ¿o drogadicta? ¿Se actúa con criterios diferentes cuando la patología es más o menos visible o conocida? ¿Puede una persona con esquizofrenia afectiva, que tiende a no tener la capacidad de cuidar de sí misma, dejando de lado las pautas básicas de limpieza y cuidados, puede ocuparse de un menos y sus necesidades sin ocasionar problemas a largo plazo en el menor, porque a corto plazo sabemos que no?  ¿Es adecuada una custodia o incluso el derecho a la patria potestad a unapersona con  trastorno de personalidad narcisita? ¿y de una persona con psicopatía?una patologia que prima el Yo sobre todo y todos, que no tienen interés por los demás y que utilkiza a las personas para su beneficio ¿seguro que es adecuado darles la responsabilidad de cuidar de menores vulnerables a personas que de palabra asumen esa responsabilidad, pero de hechos no, porque su personalidad, no les permite dar sin ganar nada? Esto merece una reflexión y una toma de acción.  Ya no podemos seguir girando la cabeza a esta realidad.

Ahora bien, existe el «mito» de que si tienes depresión o ansiedad te pueden quitar la custodia de los menores, más de un caso me he encontrado en que «aterrorizadas» no querían que esa sintomatología saliera, por miedo a que representase un motivo para perder la custodia. Esta sintomatología en muchos casos ayuda a comprender por qué un progenitor, con lo que ha vivido y las secuelas de lo vivido llega a un proceso contencioso en el que intenta proteger a los menores de esas experiencias. Pero también he tenido la experiencia de un caso en el que al padre se le detecta una esquizofrenia paranoide, pero para el Ministerio Fiscal no parece motivo suficiente para alejar e impedir que pueda tomar decisiones importantes para la vida del menor (patria potestad), a pesar de que se trata de una persona afectada por una sintomatología que implica desvinculación con la realidad (alucinaciones y delirios), una persona que no tiene capacidad de autogobernarse. Noticias y casos hay muchos en redes, pero el caso de Godella es un ejemplo, la propia abuela alertó a las instituciones y fue ignorada y reprobada,

  • En un divorcio las leyes están enfocadas a los derechos de los adultos y ambos progenitores tienen derechos y también obligaciones,

Las obligaciones suelen fijarse sólo en cuestiones de necesidades primarias y en pocas ocasiones se da peso  a las emocionales. Y es cierto que la necesidad económica genera mella en los menores, pero el maltrato psicológico que es a lo que me refiero en este post cuando el modelo de un progenitor es patológicamente disfuncional también (o más, mejor dicho).

  • Uso de argumentos imprecisos o generales

    • «Los niños son manipulables por los adultos»

Poco se tiene en cuenta  que los menores tienen un derecho efectivo y real a ser oídos en el proceso de  separación de sus padres, y en muchos casos ellos lo tienen muy claro por las experiencias que han tenido en su vida en el hogar. Es cierto que los niños son más manipulables, pero eso no significa que en todos los casos sean manipulados, y que con la forma de expresarlo se pueda detectar la manipulación, en caso de que la hubiera. Descartar esta fuente de información tan valiosa de forma generalizada es un error. Además, en cualquier evaluación podemos encontrar mentiras, porque los adultos mienten para ganar, de una forma más compleja y articulada.

    • «Ya se adaptarán»

Bueno… depende de muchos factores, y sí, a lo malo también nos adaptamos los humanos. Al abuso y maltrato también nos adaptamos, con consecuencias negativas a nivel psicológico y afectación en el desarrollo, pero cuando a un niño no se le da credibilidad, cuando un niño ya ha contado lo que vive y no han habido cambios en la protección a ese niño y encima ha tenido que vivir las represalias por haber hablado, callará para siempre asumiendo lo que venga, en detrimento de su sano desarrollo psicológico y emocional. Si a esto lo llamamos adaptación… no lo estamos haciendo bien.

    • «Los niños-as tienen derecho a tener y criarse con un padre y una madre»

Sí, totalmente de acuerdo, con una particularidad: SIEMPRE QUE LA EXPOSICIÓN AL PROGENITOR/A SEA PEOR QUE MINIMIZAR SU PRESENCIA, o suprimirla por completo en casos en los que ello sea necesario. No siempre se trata de personas con patología, hay personas que no tienen capacidad de compromiso, hay personas con un apego muy complicado para el cuidado y crianza de menores, y hay personas que, a pesar de saber lo que se debe hacer, deciden no hacerlo. Cuántos casos oímos de niños muy pequeños encerrados en coches horas mientras el progenitor a cargo está de copas o bailando. Es imprescindible tener en cuenta la historia familiar que ha habido antes de la petición contenciosa de una custodia.

Recuerdo una chica que fue adoptada por una familia con aparente funcionamiento de normalidad. El padre había quedado estéril por la negativa a aplicarse el tratamiento pautado (aplicación de una pomada) y la madre sentía la necesidad de ser madre. Resultó que el padre era alcohólico y la hija adoptiva recuerda cómo en su infancia su padre traía vagabundos y compañeros de copas a cenar el día de Nochebuena y el follón que se armaba en su casa con tal situación. También recuerda, como ella siendo menor se tenía que meter debajo de los coches para sacar a su padre cuando iban a recogerlo al bar a altas horas de la noche y él se escondía para que no le cortaran la juerga. Pero el perfil de la madre no era mucho mejor, dominante, intransigente, sin capacidad de empatizar, sin capacidad de tener en cuenta las necesidades propias del desarrollo y las emocionales, tan solo las propias y siempre con la autojustificación de qué agradecida tiene que estar esta niña por haberla adoptado y darle un hogar y una familia.  La desestructuración familiar que vivió, claro tuvo sus secuelas, con un bloqueo de vida importante y una apatía, infelicidad, culpa exagerada, problemas en sus relaciones…, que le llevó a tratamiento psicológico. Como vemos no hay trastorno ni enfermedad mental (al menos detectada), pero sí secuelas que en un momento dado hay que trabajar y si no se hace a tiempo, llevan a síntomas más graves, bajas, adicciones…

No tienes un camino por delante fácil si vas a separarte de un psicópata pero si has tomado la decisión y tienes un motivo por el que luchar (tus hijos) date el permiso de medir cuánto has soportado hasta llegar a aquí y en esta vista atrás encontrarás aquella fuerza que crees no tener pero que de seguir en la relación ibas, sin duda, a perder. Tu fortaleza es tu plataforma de lanzamiento, todas las habilidades que posees  y de las que tu ex carece, pero busca que en esta travesía te acompañe quien entienda lo que hay debajo de ese iceberg que es un psicópata integrado y las secuelas que deja. Sólo así remará contigo.

2 Comentarios

  1. José Manuel
    | Responder

    Estimada Silvia: es sólo para informarte de que han «spameado» el blog con una enorme cantidad de publicidad de casinos online, en forma de entradas o artículos (decenas de ellos) con fecha del 13 de Noviembre, lo que dificulta mucho encontrar y leer tus entradas anteriores a esa fecha. Una muestra más de lo dañinos que son los psicópatas, principales promotores de ese tipo de «negocios» adictivos y que desprecian cualquier límite a la hora de lograr sus objetivos. ¡Un saludo y gracias por tu gran labor!

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