Gracias a Internet, la psicología se ha democratizado. Libros, conferencias, webs de superación personal, refuerzo de la autoestima, consecución de objetivos, etc. consiguen que cada vez más personas descubran que la psicología es una ciencia que puede ayudar a superar conflictos, situaciones dolorosas y, en definitiva, a vivir una vida mejor.

Pero, lamentablemente, los psicólogos no somos magos que con nuestra barita mágica podamos solucionar todos los problemas que tiene un paciente. Nos encantaría, porque generalmente, en esta profesión es frecuente la vocación genuina de ayudar a los demás, pero no es tan fácil o, mejor dicho, no podemos hacerlo sin ti.

Las circunstancias que rodean una vida no se pueden cambiar, a menos que sea tu mismo/a el que actúe sobre ellas.

Lo que si se puede cambiar es la forma en que las vives y el modo en que te enfrentas a tus retos personales. Por ello, es misión mi misión como terapeuta que te empoderes y tomes las riendas de su vida. Para ello, te ofrezco herramientas y técnicas, te acompaño en el camino del cambio para que puedas aprender a superar o afrontar determinados aspectos de su vida, a modificar hábitos perjudiciales y a aprender a disfrutar de su realidad. Pero en ese camino, tenemos que estar implicados tú y yo.

Se trata de emprender juntos un «aprendizaje a través de un acompañamiento«, vamos como harías con un entrenador personal en un gimnasio, pero aplicado a la vida.

Por eso tu implicación, tu compromiso con la terapia y tu constancia, son requisitos básicos para completar el proceso con éxito.

Tomar las riendas implica trabajo personal.

Antes de acudir a un psicólogo es importantes que sepas qué esperar de la terapia y qué tienes que poner de tu parte.

Cuando vamos al gimnasio no esperamos que el instructor haga los ejercicios por nosotros para ponernos en forma ¿verdad?… pues lo mismo sucede cuando ejercitamos nuestra mente, por ello:

Lo que sí puedes esperar es que el psicólogo te enseñe en estrategias, procesos y recursos.
Un psicólogo te entrena en el uso de técnicas y herramientas, pero el aprendizaje es cosa tuya. El psicólogo, como haría un maestro, enseña a identificar, clarificar y gestionar el camino de la resolución de los problemas, también te acompaña en el proceso para que lo interiorices e integres correctamente. Pero sólo un paciente motivado y comprometido con la terapia, logrará sus objetivos. ¿Recuerdas el símil del gimnasio?, pues también podríamos aplicarlo a este punto.

Pero no esperes:

  • Que decida por ti.
    El profesional puede orientar de los pros y contras de las posibles variables, pero no puede decidir por ti. El éxito del aprendizaje es la propia experiencia de cada individuo.
  •  Que te etiquete.
    No es misión del terapeuta tratar problemas o trastornos, sino ayudar a personas que los sufren. Por ello, es importante no etiquetar al paciente y no tratarlo como un estereotipo, sino como un individuo. Todos somos únicos y especiales.
  • Que adivine.
    El psicólogo no es un adivino. Así que, para que pueda ayudarte debes ser sincero y ofrecer toda la información necesaria. Si lo deseas, puedes solicitar la firma de un contrato de confidencialidad.
  • Que hagas las cosas por ti.
    No se puede ayudar a quién no quiere ser ayudado y eso es igual para cualquier tipo de proceso que implique cualquier tipo de cambio (físico, de conducta o pensamiento)
  • Que abuse de su posición.
    Si te sientes intimidado u obligado abandona la terapia y busca otro terapeuta.

Tomar las riendas de tu vida, sólo tú lo puedes hacer.

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