Desconfío de todo el mundo.

La desconfianza se gesta en la infancia.

Desconfío de todo el mundo y no es de ahora. Me cuesta tener amigos. No consigo tener pareja porque no me fío. Es un problema que se repite con mayor frecuencia de lo esperado y es que las dificultades en las relaciones pueden ser debidas a las creencias y trato que hemos ido aprendiendo en el seno de la familia, ya que es en la familia en el seno donde vamos adquiriendo e interiorizando las formas de relación bajo el vínculo del apego y afecto.

La confianza es la esperanza firme que una persona tiene en que algo suceda, sea o funcione de una forma determinada, o en que otra persona actúe como ella desea. La desconfianza o ausencia de confianza puede surgir por la falta de seguridad en sí misma de la persona  que a través de sus creencias intuye o anticipa como pueden suceder los acontecimientos. Todas las personas hemos percibido estas «intuiciones» o señales que nos hacen que no vayamos por determinado camino y en muchas ocasiones son decisiones acertadas. Pero no me refiero a esto cuando hablo de problemas de confianza, sinoa que la persona que lo sufre tiene una dificultad real para tomar decisiones importantes en las que tenga que demostrar su valía o para poder confiar en los demás e intimar.

Los problemas de desconfianza en la pareja son el gran enemigo y suelen llevar a comportamientos incómodos e incluso agobiantes y abusivos para el otro miembro, la necesidad de control constante sobre la pareja suele terminar en rechazo por la otra parte e incluso en la ruptura de pareja.
Los problemas de confianza suelen comenzar en la infancia y tiene que ver con la conducta que los progenitores tienen hacia sus hijos.  Así que, si tiendes a tener problemas de confianza contigo/a mismo/a y/o con los demás, es probable que te hayas criado en una familia narcisista encubierta.

¿Cómo influye la familia en el desarrollo de la desconfianza?

El niño/a, como parte de su desarrollo evolutivo, requiere atención, tiempo de dedicación, juegos, explicaciones, aclaraciones de dudas, y sobretodo la comprensión por parte de sus cuidadores de las formas de expresión acordes con su edad como pueden ser las pataletas, los lloros, las negativas, etc.
En las familias narcisistas, las respuestas que el sistema parental ofrece a las necesidades infantiles de tipo emocional o conductual suelen ser en su mayoría ignorarlas o incluso mostrar desprecio, Pero lo peor es que esto no ocurre siempre y de forma lineal, es decir el menor es ignorado siempre,  sino que la atención de los reclamos de los niños/as se ve determinado por las circunstancias propias de los adultos. No me refiero a circunstancias puntuales como puede ser un momento de prisa o de cansancio, sino a la habitualidad y reiteración de dar prioridad a las necesidades de adultos por encima de las infantiles catalogando estas últimas de impertinentes y no apropiadas. Es cierto que los niños cansan y son absorbentes pero necesitan que los progenitores hagan de guía e igual que se les enseña a hablar y caminar se les atienda y se les dedique tiempo a gestionar sus inquietudes.
Me refiero a que la atención que menor recibe no depende directamente de sus acciones sino que depende de factores ajenos a él, como del tiempo o las ganas que tengan los progenitores o cuidadores en ese momento, o simplemente si el adulto está o no de humor o de que estén o no en público. El niño aprende que no hay una relación directa entre sus acciones y las reacciones de los adultos que recibe. Así que lo que ayer fue válido para captar la atención de los adultos hoy quizá no sirva. Lo que aprende es que no es válido, que lo que a el/ella le pase no es importante y que no se deba confiar en los demás porque la respuesta que dan no está relacionada con su comportamiento, o peor aún que hagan lo que hagan no se les otorgará reconocimiento. Este es el aprendizaje que hacen los niños criados en familias narcisistas.

Los adultos que pasaron su infancia en una familia narcisista suelen desarrollar una extraordinaria dificultad para confiar en sí mismos y en los demás.

Además en las familias narcisistas hay una tendencia a no dejar que sus miembros se relacionan positivamente con otras personas. El miedo que se les ha ido transmitiendo sobre el daño que los demás pueden hacerle y el provecho que pueden sacar de ellos va condicionando la visión que tienen acerca del mundo y la confianza que se puede depositar en los demás

Consecuencias en la edad adulta.

Como consecuencia del dolor que representa para un niño/a la desatención a nivel emocional por parte de sus padres y la incomprensión de lo que es un buen o no comportamiento en función de las reacciones de los adultos, además de la creencia de que los demás pueden o quieren perjudicarte, típico de las familias narcisistas, surge la desconfianza, que no es más que un mecanismo de defensa que utilizamos para protegernos de posibles amenazas o daños, y no sólo físicos sino también emocionales.

La desconfianza en los demás, además de ser fruto del rencor acumulado en otras etapas, se trata de un aprendizaje realizado desde la experiencia en la infancia que les hace dudar constantemente de los actos y la fidelidad de los demás, incluso de la pareja o las amistades y que les lleva a vivir en estado de alerta en busca de cualquier prueba que corrobore el ataque hacia ellos.
Desde la madurez se debería revaluar, poder ser capaces de aprender a percibir las señales que brindan las diferentes formas de relación. No todo el mundo tiene el mismo patrón y no todas las personas persiguen los mismos intereses, pero esto requiere un trabajo personal de análisis de las creencias que se han arraigado y que están determinando este comportamiento. Después de este autoanálisis y el cribado de las creencias erróneas plantearse dar una oportunidad a quien al menos no ha cumplido con todas las señales que aprendiste en la infancia puede ser un buen comienzo!

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