Los narcisistas y psicópatas están enamorados de sí mismos
Los narcisistas se caracterizan por estar “enamorados” de su imagen. Con esto no nos referimos tan sólo a su imagen física, sino también a su talento, habilidades, éxitos profesionales…
Esta imagen de sí mismos a la que adoran es inventada por ellos como defensa ante la inadecuación de su imagen real.
Ellos niegan su identidad real y la rechazan, ya que ésta se fue formando entre humillaciones, desprecios y el rechazo constante por parte de los adultos de confianza que se encargaban de su educación y cuidados.
Se camuflan tras una imagen exterior de dureza y poder. Construir y reforzar esta imagen va a ser el centro de todos sus esfuerzos y la guía de sus acciones. Tratan en última instancia de hacer ver al prójimo que se corresponden con el patrón socialmente aceptado en lo que al final tan solo resulta ser una tapadera de su debilidad y su indefensión.
Así, el comportamiento de un narcisista en las relaciones será impecable, sobre todo al principio, cuando se produce la observación y evaluación del otro para comprobar si está cerca o no de nuestros valores e idea de vida. El narcisista se comportará en cada situación tal y como el otro espera que haga. Para ello han desarrollado una gran habilidad para conocer a las personas a las que quieren “seducir” (parejas, amigos, compañeros de trabajo); de esa forma, les hace una completa radiografía para determinar cuales serán los insight que tendrán que manipular para lograr sus objetivos.
La construcción de su imagen depende del momento
Al principio el narcisista será detallista, para extraer y explotar al máximo la información que ha extraído del otro. Así, el narcisista dirá y hará lo que el otro espera según su estilo de vida, sus valores, aquello que admira o desea. Construirá una imagen de sí mismo que encajará perfectamente allí donde se proponga y más aún si las relaciones son ocasionales, un tipo de encuentros que el narcisista persigue y provoca porque le resultan muy estimulantes y refuerzan su autoestima. Tengamos en cuenta que fingir durante largo tiempo es más complicado y podría suponer un riesgo.
De ese modo y concluyendo, nos referimos a personas muy bien consideradas por su entorno, puesto que dan el perfil de una forma muy convincente; sobre todo cuando se trata de relaciones superficiales en las que es relativamente fácil mantener una apariencia simulada.
A modo de ejemplo podemos recordar casos de famosos asesinos (y aquí ya estamos derivando a otro grado de gravedad del perfil) hemos oído: “no parecía fuera de lo normal”, “ era muy educado y servicial” por parte de una vecina. O, yendo a un episodio más frecuente, pero no por ello menos clarificador del perfil del psicópata, podemos citar relaciones de violencia de género en las que el entorno puede llegar a dar más credibilidad a la versión falseada de la realidad que presenta el maltratador, que al infierno que relata una víctima. Esto resulta paradójico porque la víctima, en pleno proceso de desestabilización emocional provocado por violencia y degradación sufrida, puede resultar, para los no expertos en la materia, mucho menos convincente que el maltratador e incluso “desequilibrada” .
Cuando una persona se identifica con su imagen y se la cree, como en el caso de este perfil que describimos; ve a los demás también como un reflejo, que en muchos casos representa aspectos rechazados de sí mismo. El ataque a los demás proviene, en parte, del deseo de destruir partes indeseadas de su propia naturaleza.
En definitiva, la distorsión de la realidad respeto de su imagen es en sí misma una negación de los sentimientos.
Por medio de la identificación con una imagen de grandiosidad pueden ignorar el dolor de la realidad interna. La imagen es muy importante para ellos, puesto que tiene una función externa, la de relación con los demás, conseguir aceptación y poder sobre los demás, sólo así soportan la vida.
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